Guía para peregrinar a Santiago - 2  

 

                                                                    Guía para peregrinar a Santiago - 2

                                 Oficina de Acogida a Peregrinos (Archidiócesis de Santiago de Compostela)

 

                                                                 Segunda Parte : Oración del Peregrino

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  DOMINGO

 

          Oración de la Mañana

 

  Himno :

  Gracias, Señor, por la aurora; gracias, por el nuevo día; gracias, por la Eucaristía;  gracias, por nuestra Señora: y gracias, por cada hora de nuestro andar peregrino.

  Gracias, por el don divino de tu paz y de tu amor, la alegría y el dolor, al compartir tu camino.

  Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

 

  Salmo 148

  Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto. Alabadlo, todos sus ángeles; alabadlo todos sus ejércitos.

  Alabadlo, sol y luna; alabadlo, estrellas lucientes. Alabadlo, espacios celestes y aguas que cuelgan en el cielo.

  Alaben el nombre del Señor, porque Él lo mandó, y existieron. Les dio consistencia perpetua y una ley que no pasará.

  Alabad al Señor en la tierra, cetáceos y abismos del mar, rayos, granizo, nieve y bruma, viento huracanado que cumple sus órdenes, montes y todas las sierras, árboles frutales y cedros, fieras y animales domésticos, reptiles y pájaros que vuelan.

  Reyes y pueblos del orbe, príncipes y jefes del mundo, los jóvenes y también las doncellas, los viejos junto con los niños, alaben el nombre del Señor, el único nombre sublime.

  Su majestad sobre el cielo y la tierra; Él acrece el vigor de su pueblo. Alabanza de todos sus fieles, de Israel, su pueblo escogido.

 

  Antífona

  Alabad al Señor en el cielo. Aleluya

 

  Lectura breve

“Tú estás en medio de nosotros, Señor; tu nombre ha sido invocado sobre nosotros: no nos abandones, Señor, Dios nuestro” (Jr 14,9).

 

  Reflexión

  Dios jamás nos abandona en su amor providente, pero con frecuencia ante su silencio, nos sentimos desconcertados y le decimos, como Jesús en la Cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. ¡Ojalá también, como Jesús, nos pongamos confiadamente en sus manos!, y le digamos como Él, “más no se haga mi voluntad, sino la tuya”.

 

  Padrenuestro

  «Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

  Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.»

 

  Oración

  Espíritu Santo,

eres viento: llévame donde quieras;

eres brisa: déjame respirar lo nuevo;

eres fuerza: levántame del suelo;

eres vida: dame pasión por la vida;

eres alimento: nútreme de tu savia;

eres luz: ilumíname con tus rayos;

eres calor: calienta mi existencia;

eres libertad: hazme libre;

eres fecundidad: cúbreme con tu sombra;

eres agua viva: dame de beber;

eres respuesta: dame fuerza para decir sí

al Padre, al Hijo y a ti, Espíritu Santo.

 

          Oración de la Noche

 

  Himno

  Día y noche siempre Tú, Señor, estás conmigo, día y noche siento que Tú estás en mí.

  Si anochece en el camino siempre Tú, Señor, estás conmigo; aunque duren las tinieblas siento que Tú estás en mí.

  En las pruebas de la vida, siempre Tú, Señor, estás conmigo; al luchar confío en Ti, siento que Tú estás en mí.

  A través de mis hermanos, siempre Tú, Señor, estás conmigo; al servirles cada día siento que Tú estás en mí.

  Al unirme en comunión siempre Tú, Señor, estás conmigo; al sentir tu paz y amor siento que Tú estás en mí.

  Cuando tengo que sufrir, siempre Tú, Señor, estás conmigo; al llevar la cruz contigo siento que Tú estás en mí.

 

  Salmo 121

  Alzo mis ojos a los montes: ¿de dónde vendrá mi auxilio? Mi auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

  No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme No, no duerme ni reposa el guardián de Israel.

  El Señor es tu guardián, tu sombra protectora, está a tu derecha. De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche.

  El Señor te guarda de todo mal, Él guarda tu alma; El Señor guarda tus salidas y entradas, desde ahora y por siempre.

 

  Lectura breve

“No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo. No dejéis resquicio al diablo” (Ef 4,26-27).

 

  Reflexión

  Pecar es optar por el “desamor”, comportarse de forma egoísta, dar la espalda a Dios y al hermano. El Apóstol Pablo nos pide que, antes de la puesta del Sol, depongamos y olvidemos nuestro enojo y nos reconciliemos con Dios y el hermano. Esto significa no dejar resquicio al diablo. El amor es la clave de la vida y la felicidad; antes de dormir hemos de abrir nuestro corazón al amor.

 

  Padre nuestro…

 

  Antífona

  Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Amén.

 

  Cántico de Simeón. Lc 2, 29-32

  Ahora, Señor, según tu promesa puedes dejar a tu siervo irse en paz.

  Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos:

  Luz para alumbrar a las naciones, y gloria de tu pueblo Israel.

  Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

  Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

  Amén.

 

  Oración Conclusiva

  Que Dios esté delante de ti para mostrarte el camino recto.

  Que Dios esté junto a ti para abrazarte y protegerte de peligros a izquierda y derecha.

  Que Dios esté detrás de ti para preservarte de la asechanza de los malvados.

  Que Dios esté debajo de ti para recogerte cuando caigas y librarte de la trampa.  

  Que Dios esté en ti, para consolarte cuando estés triste.

  Que Dios esté junto a ti, para defenderte cuando otros se abalancen sobre ti.

  Que Dios esté sobre ti para bendecirte. Así te bendiga el Dios de bondad. Amén”

(Antigua oración cristiana de bendición)

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LUNES

 

          Oración de la mañana

 

  Himno

  Mis ojos, mis pobres ojos que acaban de despertar los hiciste para ver, no sólo para llorar.

  Haz que sepa adivinar entre las sombras la luz, que nunca me ciegue el mal ni olvide que existes tú.

  Que, cuando llegue el dolor, que yo sé que llegará, no se me enturbie el amor, ni se me nuble la paz.

  Sostén ahora mi fe, pues, cuando llegue a tu hogar, con mis ojos te veré y mi llanto cesará. Amén.

 

  Salmo 18

  El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra.

   Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje.

  Allí le ha puesto su tienda al sol: Él sale como el esposo de su alcoba, contento como un héroe, a recorrer su camino.

  Asoma por un extremo del cielo, y su órbita llega al otro extremo: nada se libra de su calor.

 

  Antífona

  Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo

 

  Lectura breve

  “Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos” (Ez 36,25-27).

 

  Reflexión

  Nuestro corazón, muchas veces se vuelve duro, insensible a causa del orgullo, de la soberbia, de la avaricia, del egoísmo, la envidia, el rencor; pero el Señor cumple su palabra, “os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne”. Un corazón capaz de amar, de generosidad, de entrega, de perdón… para que podamos vivir según el precepto del amor y cumpliendo así los mandatos del Señor.

 

  Padre nuestro…

 

  Oración

  Señor, tú eres el dueño de la viña y de los sembrados, tú el que repartes las tareas y distribuyes el justo salario a los trabajadores; ayúdanos a soportar el peso del día y el calor de la jornada sin quejarnos nunca de tus planes. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

 

          Oración de la noche

 

  Himno Moveremos las montañas

  Se ha puesto el sol y en la noche caminamos, venimos del dolor pero sonreímos.

  Somos la semilla del día que comienza y forjamos, con Dios, nuestro destino.

  Volveremos a nacer de las cenizas, plantaremos la flor donde no hay nada, hablaremos de amor donde haya odio y, algún día, algún día, moveremos las montañas.

  Porque somos partidarios de la vida y llevamos en el pecho la esperanza, porque somos caminantes en la noche de los tiempos, y en la noche previvimos la mañana.

  Construiremos la paz sobre la guerra, llenaremos las casas de alegría, llamaremos hermano a cada hombre y será entonces que los hombres serán una familia.

 

  Salmo 18

  El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra.

  Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje.

  Allí le ha puesto su tienda al sol: Él sale como el esposo de su alcoba, contento como un héroe, a recorrer su camino.

  Asoma por un extremo del cielo, y su órbita llega al otro extremo: nada se libra de su calor.

 

  Lectura breve

  “Verán al Señor cara a cara y llevarán su nombre en la frente. Ya no habrá más noche, ni necesitarán luz de lámpara o del sol, porque el Señor Dios irradiará luz sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos” (Ap 22,4-5).

 

  Reflexión

  El Apocalipsis, en su lenguaje simbólico y, muchas veces, críptico, nos anuncia que en la plenitud del Reino de Dios reinará la luz. Dios es la luz. Cuando Jesús se mostró a nuestro Apóstol, junto a su hermano y a Pedro, el evangelista nos dice que su figura se volvió como la luz, es la forma de hacernos ver plásticamente la realidad de Dios. Las tinieblas y la noche suelen ser el espacio preferido de los que no quieren que se sepa lo que hacen. Que el caminar a la Tumba de Santiago nos enseñe a ser siempre claros y diáfanos en nuestra vida y conducta.

 

  Padre nuestro…

 

  Antífona

 Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Amén.

 

  Cántico de Simeón: Lc 2, 29-32

  Ahora, Señor, según tu promesa puedes dejar a tu siervo irse en paz.

  Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos:

  Luz para alumbrar a las naciones, y gloria de tu pueblo Israel.

  Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

  Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

  Oración conclusiva

  Pongo mi vida en tus manos.

  Te la doy, Dios mío, con todo el amor de mi corazón, porque te amo y porque mi amor me pide darme, ponerme en tus manos sin medida.

  Me pongo en tus manos con infinita confianza, porque tú eres mi Padre”

  (Oración de abandono, Charles de Foucauld)

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  MARTES

 

          Oración de la mañana

 

Himno

  Al filo de los gallos, viene la aurora; los temores se alejan como las sombras. ¡Dios, Padre nuestro, en tu nombre dormimos y amanecemos!

  Como luz nos visitas, Rey de los hombres, como amor que vigila siempre de noche; cuando el que duerme, bajo el signo del sueño, prueba la muerte.

  Del sueño del pecado nos resucitas, y es señal de tu gracia la luz amiga. ¡Dios que nos velas! Tú nos sacas por gracia de las tinieblas.

  Gloria al Padre, y al Hijo, gloria al Espíritu, al que es paz, luz y vida, al Uno y Trino; gloria a su nombre y al misterio divino que nos lo esconde. Amén.

 

  Salmo 23

  Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe, y todos sus habitantes: Él la fundó sobre los mares, Él la afianzó sobre los ríos.

  -¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?

  -El hombre de manos inocentes, y puro corazón, que no confía en los ídolos ni jura contra el prójimo en falso. Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.

  -Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. ¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria.

  -¿Quién es ese Rey de la gloria? -El Señor, héroe valeroso; el Señor, héroe de la guerra. ¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria.

  -¿Quién es ese Rey de la gloria? -El Señor, Dios de los ejércitos. Él es el Rey de la gloria.

 

  Antífona

  El hombre de manos inocentes y puro corazón subirá al monte del Señor.

 

  Lectura breve

  “Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe —de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego— llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo. No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en Él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación” (1Pe 1,6-9).

 

  Reflexión

  ¡Cuántas veces las pruebas diversas de la vida nos hacen flaquear y debilitan en nosotros la fe y la esperanza! Algo similar sucede en el Camino: las dificultades y el cansancio del caminar nos hacen dudar si seguir adelante, pero el ansia de alcanzar la meta, nos da fuerzas y anima a seguir caminando en pos de esa meta. Ante las pruebas diversas de la vida, reaccionamos igual que el peregrino en el camino hasta alcanzar la meta de nuestra fe: nuestra propia salvación.

 

  Padre nuestro…

 

  Oración

  Tras el temor opaco de las lágrimas, no estoy yo solo. Tras el profundo velo de mi sangre, no estoy yo solo.

  Tras la primera música del día, no estoy yo solo.

  Tras la postrera luz de las montañas, no estoy yo solo. Tras el estéril gozo de las horas, no estoy yo solo.

  Tras el augurio helado del espejo, no estoy yo solo.

  No estoy yo solo; me acompaña, en vela, la pura eternidad de cuanto amo. Vivimos junto a Dios eternamente.

  Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu, por los siglos de los siglos. Amén

 

          Oración de la noche

 

  Himno

  Si vienes conmigo y alientas mi fe si estas a mi lado a quien temeré.

  A nada tengo miedo, a nadie he de temer,

  Señor, si me protegen tu amor y tu poder. Me llevas de la mano, me ofreces todo bien. Señor, Tú me levantas si vuelvo a caer.

  Qué largo mi camino qué hondo mi dolor: ni un árbol me da sombra ni escucho una canción. ¿Será que a nadie puedo mirar ni sonreír?

  Señor, tú sólo quedas tú sólo junto a mí.   En cosas que se mueren yo puse el corazón fue tierra mi tesoro, fue vana mi ilusión.

  En cosas que se mueren me voy muriendo yo, tú sólo vives siempre tú sólo mi Señor.

 

  Salmo 42

  Como busca la cierva corrientes de agua, así todo mi ser te busca a ti, Dios mío.

  Tengo sed de Dios, del Dios vivo: ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

  Las lágrimas son mi pan noche y día, mientras todo el día me repiten: "¿Dónde esta tu Dios?".

  Me lleno de nostalgia al recordar cómo marchaba a la cabeza del grupo hacia la casa de Dios, entre cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta.

  ¿Por qué estoy abatido?, ¿por qué me siento turbado? Esperaré en Dios, y volveré a darle gracias, pues Él es mi salvador y mi Dios.

  Estoy profundamente abatido, por eso te recuerdo desde el Jordán y el Hermón y el Monte Miraz.

  Una sima grita a otra sima con voz de cascadas: tus torrentes y tus olas me han arrollado.

  De día el Señor me brinda su amor, de noche mi canto y mi oración son para el Dios de mi vida.

  Diré a Dios: “Roca mía, ¿por qué me olvidas? ¿Por qué voy andando, sombrío, hostigado por mi enemigo?".

  Se me rompen los huesos por las burlas del adversario; todo el día me preguntan: "¿Dónde esta tu Dios?".

  ¿Por qué estoy abatido?, ¿por qué me siento turbado? Esperaré en Dios, y volveré a darle gracias, pues Él es mi salvador y mi Dios.

 

  Lectura breve

  “Dios nos ha destinado a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo; Él murió por nosotros, para que, despiertos o dormidos, vivamos con Él” (1Ts 5,9-10).

 

  Reflexión

  Vivir con Cristo significa aprender a amar con el amor de Dios. Hemos, pues, de ser los transformadores de un mundo guiado por el individualismo egoísta en uno que se rija por el amor. Los valores egoístas deben dejar su sitio a los derivados del amor. Y

en esta tarea viviremos con Cristo y Cristo con nosotros.

 

  Padre nuestro…

 

  Antífona

  Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Amén.

 

  Cántico de Simeón: Lc 2, 29-32

  Ahora, Señor, según tu promesa puedes dejar a tu siervo irse en paz.

  Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: Luz para alumbrar a las naciones, y gloria de tu pueblo Israel.

  Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

  Oración conclusiva

  Sólo desde el amor la libertad germina, sólo desde la fe va creciéndole alas.

  Desde el cimiento mismo del corazón despierto, desde la fuente clara de las verdades últimas.

  Ver al hombre y al mundo con la mirada limpia y el corazón cercano, desde el solar del alma.

  Tarea y aventura: entregarme del todo, ofrecer lo que llevo, gozo y misericordia.

  Aceite derramado para que el carro ruede sin quejas egoístas, chirriando desajustes. Soñar, amar, servir, y esperar que me llames, tú, Señor, que me miras, tú que sabes mi nombre.

  Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.

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MIÉRCOLES

 

          Oración de la mañana

 

  Himno

  Señor, el día empieza. Como siempre, postrados a tus pies, la luz del día queremos esperar. Eres la fuerza que tenemos los débiles, nosotros.

  Padre nuestro, que en los cielos estás, haz a los hombres iguales: que ninguno se avergüence de los demás; que todos al que gime den consuelo; que todos, al que sufre del hambre la tortura, le regalen en rica mesa de manteles blancos con blanco pan y generoso vino; que no luchen jamás; que nunca emerjan, entre las áureas mieses de la historia, sangrientas amapolas, las batallas.

  Luz, Señor, que ilumine las campiñas y las ciudades; que a los hombres todos, en sus destellos mágicos, envuelva luz inmortal; Señor, luz de los cielos, fuente de amor y causa de la vida.

  Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

 

  Salmo 35

  El malvado escucha en su interior un oráculo del pecado: «No tengo miedo a Dios, ni en su presencia ». Porque se hace la ilusión de que su culpa no será descubierta ni aborrecida.

  Las palabras de su boca son maldad y traición, renuncia a ser sensato y a obrar bien; acostado medita el crimen, se obstina en el mal camino, no rechaza la maldad.

  Señor, tu misericordia llega al cielo, tu fidelidad hasta las nubes; tu justicia, hasta las altas cordilleras, tus sentencias son como el océano inmenso.

  Tú socorres a hombres y animales; ¡qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios!, los humanos se acogen a la sombra de tus alas; se nutren de lo sabroso de tu casa, les das a beber del torrente de tus delicias, porque en ti está la fuente viva, y tu luz nos hace ver la luz.

  Prolonga tu misericordia a quien te reconoce, tu justicia, con los rectos de corazón; que no me pisotee el pie del soberbio, que no me eche fuera la mano del malvado.

  Han fracasado los malhechores; derribados, no se pueden levantar.

 

  Antífona

  Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.

 

  Lectura breve

  “Llevad a la práctica la palabra y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos. El que se concentra en la palabra  perfecta, la de la libertad, y es constante, no para oír y olvidarse, sino para ponerla por obra, éste será dichoso al practicarla” (St 1,22.25).

 

  Reflexión

  No es suficiente el recto pensar. Al recto pensar ha de seguir el bien obrar. Y el bien obrar se concreta en la práctica del amor. Jesús que es la Palabra nos ha dejado su mensaje: “amaos unos a otros”, pero de poco sirve escucharla si no la llevamos a la práctica en obras de amor en nuestra vida.

 

  Padre nuestro…

 

  Oración

  Señor Jesús, hoy quiero darte gracias, tan sólo, por estar aquí, en el Camino, por haberme sacado de mi casa, por poder experimentar en estos días que puedo ser feliz y libre a un mismo tiempo; por darme a vivir esta dicha y serenidad de quien sabe que somos lo que somos ante Dios y no más.

  Y aquí, lejos de mis bienes, lejos de de mi casa, lejos de la seguridad que da el ser alguien entre los míos, expuesto a la novedad de cada amanecer, a la sorpresa de conocer cada día nuevos compañeros de camino, viviendo de lleno cada instante de tu creación, codo a codo con la hierba del campo, con el agua fría, con la noche a cielo abierto… …quiero ofrecerte este trocito de libertad, este camino andado sin prisas ni penurias, la libertad que descubro viviendo al día, sintiendo al sol levantar la mañana sobre mi rostro con el abrigo y la certeza de saberte a mi lado.

  Con el cuerpo entregado y el espíritu hambriento, con ampollas en los pies y las manos vacías, la mochila sin cerrar y durmiendo en el suelo, Tu cuerpo y Sangre ofrecidos se reciben de una manera especial.

  Cuando regrese a mi hogar no me dejes olvidar que la vida del hombre es un Camino hacia Ti. Ayúdame a recorrerlo.

 

          Oración de la Noche

 

  Himno

  Como una ofrenda de la tarde, elevamos nuestra oración; con el alzar de nuestras manos, levantamos el corazón.

  Al declinar la luz del día, que recibimos como don, con las alas de la plegaria, levantamos el corazón.

  Haz que la senda de la vida la recorramos con amor y, a cada paso del camino, levantemos el corazón.

  Cuando sembramos de esperanza, cuando regamos con dolor, con las gavillas en las manos, levantemos el corazón.

  Gloria a Dios Padre, que nos hizo, gloria a Dios Hijo Salvador, gloria al Espíritu divino: tres Personas y un solo Dios. Amén.

 

  Salmo 144

  Lleno de confianza y gratitud por todo lo que hoy se hizo posible en encuentros y acciones que han favorecido la vida, me asombro con este agradecimiento al final del día y balbuceo en voz baja:

  ¿Qué es el ser humano para que TÚ te ocupes de él, el hijo del hombre para que Tú te fijes en él?

  Misterio de mi humanación, vengo siguiendo el rastro de una respuesta.

 

  Lectura breve

  “Sed sobrios, estad alerta, que vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle firmes en la fe” (1 P 5, 8-9).

 

  Reflexión

  El apóstol San Pedro nos exhorta a tener cuidado porque por todas partes el desamor institucionalizado nos acecha para tragarnos en sus propósitos diabólicos de impedir el único camino para felicidad que tiene el hombre. Nuestra felicidad vendrá de nuestra incorporación al Reino de Dios, un Reino cuya ley es el amor y cuya esperanza es la Vida que nunca se acaba. Que no nos devore el ambiente que nos rodea, resistamos firmes porque la fe es la que nos hará felices.

 

  Padre nuestro…

 

  Antífona

  Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Amén.

 

  Cántico de Simeón: Lc 2, 29-32

  Ahora, Señor, según tu promesa puedes dejar a tu siervo irse en paz.

  Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: Luz para alumbrar a las naciones, y gloria de tu pueblo Israel.

  Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

  Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

  Oración conclusiva

  El trabajo, Señor, de cada día nos sea por tu amor santificado, convierte su dolor  en alegría de amor, que para dar tú nos has dado.

  Paciente y larga es nuestra tarea en la noche oscura del amor que espera; dulce huésped del alma, al que flaquea dale tu luz, tu fuerza que aligera.

  En el alto gozoso del camino, demos gracias a Dios, que nos concede la esperanza sin fin del don divino; todo lo puede en Él quien nada puede. Amén.

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  JUEVES

 

          Oración de la mañana

 

Himno

  Buenos días, Señor, a ti el primero encuentra la mirada del corazón, apenas nace el día: Tú eres la luz y el sol de mi jornada.

  Buenos días, Señor, contigo quiero andar por la vereda: Tú, mi camino, mi verdad, mi vida; Tú, la esperanza firme que me queda.

  Buenos días, Señor, a ti te busco, levanto a ti las manos y el corazón, al despertar la aurora: quiero encontrarte siempre en mis hermanos.

  Buenos días, Señor resucitado, que traes la alegría al corazón que va por tus caminos ¡vencedor de tu muerte y de la mía!

 

  Salmo 80

  Aclamad a Dios, nuestra fuerza; dad vítores al Dios de Jacob!

  Entonad canciones, tocad los panderos, la dulce cítara y el arpa, tocad la trompeta por la luna nueva, por la luna llena, el día de nuestra fiesta: Porque es una ley de Israel, un precepto del Dios de Jacob, una norma establecida para José al salir de la tierra de Egipto.

  Oigo un lenguaje desconocido: Retiré sus hombros de la carga, y sus manos dejaron la espuerta.

  Clamaste en la aflicción, y te libré, te respondí oculto entre los truenos, te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.

  Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti; ¡ojalá me escuchases, Israel!

  No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero; yo soy el Señor, Dios tuyo, que te saqué del país de Egipto; abre la boca y te saciaré.

  Pero mi pueblo no escuchó mi voz, Israel no quiso obedecer: los entregué a su corazón obstinado, para que anduviesen según sus antojos.

  ¡Ojalá me escuchase mi pueblo y caminase Israel por mi camino!: en un momento humillaría a sus enemigos y volvería mi mano contra sus adversarios; los que aborrecen al Señor te adularían, y su suerte quedaría fijada; te alimentaría con flor de harina, te saciaría con miel silvestre.

 

  Antífona

  Aclamad a Dios, nuestra fuerza.

 

  Lectura breve

  “No hagas a otro lo que a ti no te agrada. Da tu pan al hambriento y tu ropa al desnudo. Pide consejo al sensato y no desprecies un consejo útil. Bendice al Señor Dios en todo momento, y pídele que allane tus caminos y que te dé éxito en tus empresas y proyectos” (Tb 4,15-16.18-19).

 

  Reflexión

  Nuestros caminos en la vida a menudo son errados, seguimos atajos que no llevan a ningún lado, nos cegamos con el orgullo, la codicia, la lujuria, la envidia y el egoísmo nos cierra a los demás, a vivir en el camino del amor. Jesús es la luz que cura nuestras cegueras y nos da consejos llenos de sabiduría: “Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen”… “perdonad y seréis perdonados”.

 

  Padre nuestro…

 

  Oración

  Ando por mi camino, pasajero, y a veces creo que voy sin compañía, hasta que siento el paso que me guía, al compás de mi andar, de otro viajero.

  No lo veo, pero está. Si voy ligero, Él apresura el paso; se diría que quiere ir a mi lado todo el día, invisible y seguro el compañero.

  Al llegar a terreno solitario, Él me presta valor para que siga, y, si descanso, junto a mí se reposa.

  Y, cuando hay que subir monte (Calvario lo llama él), siento en su mano amiga, que me ayuda, una llaga dolorosa.

  Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu, por los siglos de los siglos. Amén.

 

          Oración de la noche

 

Himno

  Ahora que la noche es tan pura, y que no hay nadie más que tú, dime quién eres.

  Dime quién eres y por qué me visitas, por qué bajas a mí que estoy tan necesitado y por qué te separas sin decirme tu nombre.

  Dime quién eres tú que andas sobre la nieve; tú que, al tocar las estrellas, las haces palidecer de hermosura; tú que mueves el mundo tan suavemente, que parece que se me va a derramar el corazón.

  Dime quién eres; ilumina quién eres; dime quién soy también, y por qué la tristeza de ser hombre; dímelo ahora que alzo hacia ti mi corazón, tú que andas sobre la nieve.

  Dímelo ahora que tiembla todo mi ser en libertad, ahora que brota mi vida y te llamo como nunca. Sostenme entre tus manos; sostenme en mi tristeza, tú que andas sobre la nieve.

 

  Salmo 139

  Señor, tú me sondeas y me conoces; sabes cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares.

  No ha llegado la palabra a mi lengua, y ya, Señor, te la sabes toda. Me envuelves detrás y delante, y tus manos me protegen.

  Es un misterio de saber que me sobrepasa, es sublime, y no lo abarco.

  ¿Adónde iré lejos de tu espíritu, adónde escaparé de tu mirada? Si subo hasta los cielos, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro; si vuelo sobre las alas de la aurora, y me instalo en el confín del mar, allí me alcanzará tu izquierda, y me agarrará tu derecha.

  Aunque diga: "Que la tiniebla me encubra, y que la luz se haga noche en torno a mí”, No es oscura la tiniebla para ti, pues ante ti la noche es clara como el día, Pues tú formaste mis entrañas, me has tejido en el vientre de mi madre; te doy gracias porque eres sublime, tus obras son asombrosas.

  Tú conoces lo profundo de mi ser, nada mío te era desconocido cuando yo era formado en lo oculto, y tejiendo en las honduras de la tierra.

  Tus ojos veían cómo surgía yo, en tu libro estaba ya inscrito todo; mis días estaban ya plasmados antes de que existiera ninguno de ellos.

  ¡Oh Dios, qué profundos son tus designios, qué incalculable su conjunto!

  Si los cuento son más que la arena, y aunque termine, aún me quedas tú.

  Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo

 

Lectura Breve

  “Nosotros, los que tenemos una fe bien formada, debemos cargar con los achaques de los endebles y no buscar lo que nos agrada. Procuremos cada uno dar satisfacción al prójimo buscando su bien y su crecimiento en la fe. Tampoco Cristo buscó su propia satisfacción; al contrario, como dice la Escritura: «Las afrentas con que te afrentaban cayeron sobre mí»” (Rm 15,1-3).

 

  Reflexión

  Como le pasaba a San Pablo, nosotros vivimos en medio de un mundo que no se caracteriza por la capacidad de pensar y la lucidez de juicio. Más bien se vive superficialmente de frases publicitarias y afirmaciones en el aire. Como exhortaba a los romanos a comprender las debilidades de los influenciados por una cultura pagana, así nos exhorta también a nosotros a cargar sobre nuestros hombros las debilidades de los hermanos, buscando ayudarles a que las superen.

 

  Padre nuestro…

 

  Antífona

  Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Amén.

 

  Cántico de Simeón: Lc 2, 29-32

  Ahora, Señor, según tu promesa puedes dejar a tu siervo irse en paz.

  Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: Luz para alumbrar a las naciones, y gloria de tu pueblo Israel.

  Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

  Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

  Oración conclusiva

  Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta: sólo Dios basta.

  Gloria a Dios Padre, gloria a Dios Hijo, igual siempre gloria al Espíritu. Amén

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VIERNES

 

          Oración de la mañana

 

Himno

  En esta luz del nuevo día que me concedes, oh Señor, dame mi parte de alegría y haz que consiga ser mejor.

  Dichoso yo, si al fin del día un odio menos llevo en mí, si una luz más mis pasos guía y si un error más yo extinguí.

  Que cada tumbo en el sendero me vaya haciendo conocer cada pedrusco traicionero que mi ojo ruin no supo ver.

  Que ame a los seres este día, que a todo a trance ame la luz, que ame mi gozo y mi agonía, que ame el amor y ame la cruz.

 

  Salmo 121

  ¡Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la Casa del Señor! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.

  Jerusalén, está construida como ciudad bien compacta, allá suben las tribus, las tribus del Señor.   Según la costumbre de Israel, a dar gracias al nombre del Señor.

  Allí están los tribunales de justicia, los tribunales de justicia del palacio de David.

  Desead la paz para Jerusalén: ¡vivan seguros los que te aman! haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios.

  Por amor de mis hermanos y de mis amigos, quiero decir: ¡La paz contigo! ¡Por la Casa del Señor nuestro Dios, te deseo todo bien!

 

  Antífona

  El Señor guarde tus entradas y salidas.

 

  Lectura breve

  “Malas palabras no salgan de vuestra boca; lo que digáis sea bueno, constructivo y oportuno, así hará bien a los que lo oyen. No pongáis triste al Espíritu Santo de Dios con que Él os ha marcado para el día de la liberación final. Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda la maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo” (Ef 4,29-32).

 

  Reflexión

  ¡Qué consejos más sabios! Acostumbrados como estamos a una incontinencia verbal grande, a decir palabras que destruyen en vez de construir, a hablar descalificando más que alabando, a dejarnos ir por la crítica fácil o mordaz, ¡ Cómo cambiaría el ambiente y la convivencia social si tomáramos en serio los consejos del Apóstol Pablo!

 

   Padre nuestro…

 

  Oración conclusiva

  ¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras? ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío, que a mi puerta, cubierto de rocío, pasas las noches del invierno a oscuras?

  ¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras, pues no te abrí!; ¡qué extraño desvarío, si de mi ingratitud el hielo frío secó las llagas de tus plantas puras!

  Cuantas veces el ángel me decía: "Alma, asómate ahora a la ventana, verás con cuanto amor llamar porfía"!

  ¡Y cuántas, hermosura soberana: "Mañana le abriremos", respondía, para lo mismo responder mañana!

 

          Oración de la Noche

 

  Himno

  Quédate con nosotros, la tarde está cayendo.

  ¿Cómo te encontraremos al declinar el día, si tu camino no es nuestro camino?

  Detente con nosotros; la mesa está servida, caliente el pan y envejecido el vino.

  ¿Cómo sabremos que eres un hombre entre los hombres, si no compartes nuestra mesa humilde? Repártenos tu cuerpo, y el gozo irá alejando la oscuridad que pesa sobre el hombre.

  Vimos romper el día sobre tu hermoso rostro, y al sol abrirse paso por tu frente. Que el viento de la noche no apague el fuego vivo que nos dejó tu paso en la mañana.

  Arroja en nuestras manos, tendidas en tu busca, las ascuas encendidas del Espíritu; y limpia, en lo más hondo del corazón del hombre, tu imagen empañada por la culpa.

 

  Salmo 1

  Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los necios; sino que su gozo es la ley del Señor, meditándola día y noche.

  Es como un árbol plantado junto al río: da fruto a su tiempo y no se marchitan sus hojas; todo lo   que hace le sale bien.

  No sucede así con los malvados, pues son como paja que se lleva el viento.

  No prevalecerán en el juicio los malvados Ni los pecadores en la asamblea de los justos, porque el Señor protege el camino de los justos,

  Pero el camino de los impíos lleva a la perdición.

 

  Lectura breve

  “Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos. Y que así os fortalezca internamente, para que, cuando Jesús, nuestro Señor, vuelva acompañado de todos sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios, nuestro Padre” (1 Ts 3, 12-13).

 

  Reflexión

  La forma de presentarse ante Dios, nuestro Padre, es aprender a amar y educarnos para amar. En el atardecer de la vida nos examinarán de amor. Es esta la asignatura más difícil que tenemos que aprender en nuestra existencia, porque, si esto hacemos, seremos capaces de entrar en la felicidad más absoluta. Porque Dios es amor y estar con Él es ser feliz.

 

  Padre nuestro…

 

  Antífona

  Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Amén.

 

  Cántico de Simeón: Lc 2, 29-32

  Ahora, Señor, según tu promesa puedes dejar a tu siervo irse en paz.

  Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: Luz para alumbrar a las naciones, y gloria de tu pueblo Israel.

  Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

  Oración conclusiva

  Gracias por todos los peregrinos con los que comparto este camino, parte de nuestra vida, albergue, alguna que otra palabra y hasta la comida. Por todas las personas que nos encontramos, que nos acogen, que nos desean buen camino, por todos los gestos de fraternidad que ha vivido.

  Te pido que lo que estoy aprendiendo en el camino (compartir sin esperar vuelta, dar sin pedir interés, ayudar sin exigir recompensa, desear lo mejor para el camino, ver amigos en cada peregrino, sea cual sea su lengua o ideología) transforme mi forma de ver las cosas y pueda seguir viviendo “en el Camino” aún en medios de la rutina y el trabajo diario.

  Que este camino de Santiago espacio privilegiado para la búsqueda y el encuentro para sentirte acogido, amado de Dios y transformado me ayude a relativizar todas mis diferencias con el resto del mundo, a sentir que todo hombre, de todas las culturas, ha sido llamado a caminar por la misma senda, para que juntos construyamos tu Reino.

  (Revista Misión Joven nº 328. Mayo 2004)

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  SÁBADO

 

          Oración de la mañana

 

  Himno

  Cristo, alegría del mundo, resplandor de la gloria del Padre. ¡Bendita la mañana que anuncia tu esplendor al universo!

  En el día primero, tu resurrección alegraba el corazón del Padre. En el día primero, vio que todas las cosas eran buenas porque participaban de tu gloria.

  La mañana celebra tu resurrección y se alegra con claridad de Pascua. Se levanta la tierra como un joven discípulo en tu busca, sabiendo que el sepulcro está vacío.

  En la clara mañana, tu sagrada luz se difunde como una gracia nueva. Que nosotros vivamos como hijos de luz y no pequemos contra la claridad de tu presencia.

 

  Salmo 8

  ¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

  Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.

  De la boca de los niños de pecho has sacado una alabanza contra tus enemigos, para reprimir al adversario y al rebelde.

  Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder?

  Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies: rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo las aves del cielo, los peces del mar, y todo cuanto surca las sendas del mar.

  ¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

 

  Antífona

  Qué admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra.

 

  Lectura breve

  “Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado” (Dt 6,4-7).

 

  Reflexión

 ¡Qué lejos estamos en nuestra sociedad de vivir así! Hoy, contagiados por la indiferencia generalizada, se prescinde de Dios, se organiza la vida sin Dios; y esa enseñanza “Amarás al señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas”, ni es lo que mueve y sostiene la vida de nuestros contemporáneos, ni se transmite de padres a hijos, ni se hablan como si fuera algo superado e inútil. ¡Ojalá volvamos sobre nuestros pasos y digamos como San Agustín “Tarde te amé, … tarde te amé… me lo impedían las cosas que tú creaste para nosotros” ¡ Qué el apego a las cosas y la procura del bienestar material no descentre nuestro corazón ni nuestra vida de Dios!

 

  Padre nuestro…

 

  Oración

  Alfarero del hombre, mano trabajadora, de mañana te busco, hecho de luz concreta, de mañana te encuentro, vigor, Origen, Meta de los sonoros ríos de la vida.

  El árbol toma cuerpo, y el agua melodía; tus manos son recientes en la rosa; se espesa la abundancia del mundo a mediodía, y estás de corazón en cada cosa.

  No hay brisa, si no alientas, monte, si no estás dentro, ni soledad en que no te hagas fuerte. Todo es presencia y gracia. Vivir es este encuentro: Tú, por la luz, el hombre, por la muerte.

  ¡Que se acabe el pecado! ¡Mira, que es desdecirte dejar tanta hermosura en tanta guerra!

  Que el hombre no te obligue, Señor, a arrepentirte de haberle dado un día las llaves de la tierra. Amén.

 

          Oración de la noche

 

Himno

  La noche no interrumpe tu historia con el hombre.

  La noche es tiempo de salvación.

  De noche descendía tu escala misteriosa hasta la misma piedra donde Jacob dormía.

  La noche es tiempo de salvación.

  De noche celebrabas la Pascua con tu pueblo, mientras en las tinieblas volaba el exterminio.

  La noche es tiempo de salvación.

  Abrahán contaba tribus de estrellas cada noche; de noche prolongabas la voz de la promesa.

  La noche es tiempo de salvación.

  De noche, por tres veces, oyó Samuel su nombre; de noche eran los sueños tu lengua más profunda.

  La noche es tiempo de salvación.

  De noche, en un pesebre, nacía tu palabra; de noche lo anunciaron el ángel y la estrella.

  La noche es tiempo de salvación.

  La noche fue testigo de Cristo en el sepulcro; la noche vio la gloria de su resurrección.

  La noche es tiempo de salvación.

  De noche esperaremos tu vuelta repentina, y encontrarás a punto la luz de nuestra lámpara.

  La noche es tiempo de salvación. Amén.

 

  Salmo 23

  Tú, oh Dios, eres el fundamento de mi esperanza. Tú vives como misterio profundo en mí.

  Aunque lleguen días de duda, de incertidumbre, en que muchas cosas parezcan una gran mentira, intentaré ir al fondo con confianza.

  Porque mediante esa incertidumbre me conducirás a la fuente de la vida para que la debilidad y la impotencia puedan vivir en mí.

  Así ya no me faltará nada, y yo hallaré nueva seguridad en ti.

 

  Lectura breve

  “Debemos dar continuas gracias a Dios por vosotros, hermanos amados por el Señor, porque Dios os escogió como primicias para salvaros, consagrándoos con el Espíritu y dándoos fe en la verdad. Por eso os llamó por medio del Evangelio que predicamos, para que sea vuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo” (2 Ts 2,13-14).

 

  Reflexión

  Hemos sido elegidos para gozar de las primicias de la salvación y trasmitirla a otros. Misteriosamente el hombre desde que es hombre, vive empeñado en salvarse. ¿De qué? De su limitación, de los obstáculos que le impiden ser feliz de forma completa; de una cultura por el mismo creada que le conduce inexorablemente al egoísmo y al desamor; de la muerte que llega inapelablemente, impidiéndonos

alcanzar esa felicidad que buscamos. Jesús nos ha mostrado el amor, como único camino para ser felices y ha vencido a la muerte como fin definitivo del hombre. Como él ha resucitado, nosotros también lo haremos. Tras la muerte alcanzaremos lo que hayamos buscado y procurado en nuestra vida. Tu Camino debe ser un reconocimiento constante de lo que Jesús ha hecho por ti, y comunicar el tesoro que has conseguido a los demás.

 

  Padre nuestro…

 

  Antífona

  Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Amén.

 

  Cántico de Simeón: Lc 2, 29-32

  Ahora, Señor, según tu promesa puedes dejar a tu siervo irse en paz.

  Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: Luz para alumbrar a las naciones, y gloria de tu pueblo Israel.

  Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora

y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

  Oración conclusiva

  Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.

  Gracias por la visa y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.

  Te ofrezco cuanto pasó por mis manos, el trabajo que pude realizar y todo lo que pude construir.

  Te presento a las personas que amé, las amistades nuevas, los más cercanos y los más lejanos, los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar, con los que compartí el camino, la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.

  Pero también hoy quiero pedirte perdón: perdón por el tiempo perdido, por el dinero malgastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado.

  Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo.

  También por la oración que poco a poco fui aplazando y que ahora vengo a presentarte.

  Por todos mis olvidos, descuidos y silencios, nuevamente te pido perdón.

  Hoy te pido la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.

  Quiero vivir cada día con optimismo y con bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.

  Cierra tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes

  Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno. Que mi espíritu se llene no sólo de bendiciones y las derrame a mi paso.

  (Extraído de: Tomás del Valle-Reyes)

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